El Club del Ojo Cerrado

Me sucedió hace tiempo. No se si fue real o pura imaginacion mia. Lo cierto o no cierto es que los vi. Allá estaban ellos. Con su ojo cerrado. Generalmente el derecho. Y el otro bien abierto. No se si me estaban guiñando un ojo prolongadamente en señal de complicidad, o si estaban tramando un plan oculto tras sus parpados y buscaban distraerme con algo. Uno de ellos, por ejemplo se encontraba en el gimnasio en el que intentaba no perder el estado físico. Yo iba levantando la pesa en una concentracion disimuladamente atletica hasta que gire mi cuerpo , y me cruze con su mirada. Ahí empezo el conflicto, porque su ojo cerrado me ganó mas que su ojo abierto y no pude evitar fijar mi mirada en el. Rápidamente baje la mirada como desalentado por ese eclipse ocular que no me dejaba reconocer lo humano de ese gimnasta. Luego fui reaccionando, y sin darme chances, se me apareció en un primer plano acosador, y ansiosamente me dijo: Bienvenido al Club!.
- Al Club de que?!, pregunte petrificado
- Al club del ojo cerrado!, me respondió dandome un palmada en el hombro .
- No entiendo?!
- Sencillo, fijaste tu mirada en mi ojo cerrado. Los que fijan la mirada en el pasan a ser automáticamente socios vitalicios del club.
- Y... que requisitos se necesitan para?... volví a preguntar irónicamente, casi riendo.
- Vos quedate tranquilo, no necesitas de ningun talento en particular, simplemente mañana
cuando amanezcas tu ojo derecho va a estar cerrado. Ahí mismo te vas a encontrar con la
dimension oculta detras del parpado... el club del que solo unos pocos tenemos el privilegio de
gozar! el club en su máximo esplendor, con todas las instalaciones casi a estrenar!

Regresé a mi casa inquieto, desbordado de intriga. Casi ni dormí. Tenia los ojos clavados en el techo de la habitación, bien abiertos. Cuando apenas asomó el sol en el horizonte el ojo derecho se cerró. No por sueño, sino porque ya formaba parte del Club. El Club del Ojo Cerrado. Me levante con el ojo izquierdo disponiendome a comenzar el día. Una rafaga fría atravesó mi cuerpo. Con el ojo derecho cerrado, me disponía a ingresar a una realidad paralela: la de un club abandonado y fantasmagorico, al costado de una ruta.