Fue como si de golpe hubiera caido. Treinta y tres años. Como Jesus. Si, a todos nos pasa por la cabeza como en un inconciente colectivo la idea de que llegamos al final de su mesiánica vida, pero nada de crucifixiones ni de dar la vida por nadie. Si tuviese que hacer una representación de mis treita y tres en una Cruz miraría al cielo, y despues al público, que seguramente serían mis amigos, y les diría, como ya bien supo expresar Saramago en su Jesus de carne y hueso "Perdonenlo, porque no sabe lo que hace". Luego me bajaría de la cruz, y me dispondría a seguir viviendo en este posmodernismo desnaturalizado y plagado de Tsunamis y Tornados.
Van treinta y tres. Las celulas van regenerandose a otra velocidad, ya lo se. Pero las sensaciones y los sentimientos se van transformando en un durazno maduro y con mucho jugo aun.
Es lindo. Es como sentir y no sentir al mismo tiempo. Lo tomas con cierto estoicismo. Con una alegría sana. Comprendiendo que la vida es un devenir en el que entraste hace tiempo, jugando un poco a cumplir años despues de haber renacido tantas veces. Y ademas es un numero impar de formas casi redondas. Mitades de un infinito que siempre llega. Un guiño de la vida.
Creo que nos vamos a llevar bien. Que George Harrison haya grabado un disco titulado 33 y medio, y hubieran Treinta y Tres Orientales que supieron hacer de las suyas, es un buen augurio.
OJOS BIEN ABIERTOS
Cosas Mias Relatos Cuentos Cortos Poemas
lunes, 25 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario